La ilusión de llevar a la escuela un nuevo uniforme se le hizo añicos a Carla. Mucho había escuchado sobre las novedades de esa prenda escolar previo al inicio del curso, que si la saya color rojo vino era sin tirantes y tendría un tachón amplio al frente con seis botones de la misma tonalidad y la blusa blanca venía también con cambios, porque le agregarían cuello.
El día que recogieron el cupón en la escuela para ir a comprar su atuendo, la niña dijo que iría con la mamá, para que “esta vez sí me quede y no como otra tantas veces ha pasado”, advirtió la estudiante de sexto grado.
Madre e hija así lo hicieron. Se fueron juntas y, además, las acompañó el hermanito, que comenzaría el cuarto grado. Los tres llegaron en la sesión y día fijados al Mercado que le correspondía a su escuela, de acuerdo con cronograma establecido de conjunto entre Comercio y Educación.
Marcaron el último en la cola y esperaron. A través de los cristales observaron sobre los estantes las piezas rojas y blancas bien ordenadas. Pero hasta ahí le llegó el entusiasmo a la colegiala al igual que al hermanito. La falda muy chica para ella y blusa no había, ni aun han encontrado, casi a finales de mayo.
El niño sí logró la camisa, pero no la bermuda. Los dos asisten a la escuela con el uniforme a medias, como otros tantos alumnos de la enseñanza primaria y de las otras, porque se reitera la problemática con las tallas de mayor demanda o para niños con un poquito de peso de más. Asunto tan viejo como el mismo uniforme escolar.
La insatisfacción que cada inicio de curso repite la población sobre la venta de ese vestuario de escuela, en lo fundamental de las tallas, vuelve a estar sobre la mesa-mejor explicado- en cada hogar donde hay un estudiante con el deber de asistir uniformado a su centro de estudios.
Muy a pesar de la reiterada solicitud de padres y hasta de maestros de que se propicie un censo o investigación, en la cual se recoja, de manera casuística, las medidas de los escolares por escuelas, municipios y provincias, para sobre esa base Educación proponga cuáles son las tallas de sayas, blusas, camisas, pantalones y bermudas más demandadas, sigue sin respuestas y, peor aún, sin una decisión práctica que posibilite pasar menos trabajo a las familias.
Pero, también, por qué no, ayude a la economía del país. Sí, al ahorro de recursos, pues pudiera contribuirse, de acercarse un poco más a las necesidades reales, porque no son pocas las costureras que en la comunidad desbaratan, cortan y achican uniformes a petición de padres, es decir, desechan tejido que bien pudo reservarse en los talleres para la confección de otros uniformes.
Este dilema con el tallaje ocurre año tras año; sin embargo, previo a cada inicio de clases se analizan los aseguramientos del próximo período lectivo y entre ellos un punto tiene el uniforme escolar. Momento, más que oportuno para reconsiderar y poner sobre el tapete las demandas de acuerdo con matrículas, curvatura de talla y las respectivas cantidades correspondientes a piezas, con las medidas de acuerdo con una talla u otra, pero claro esto debe hacerse según los datos recogidos en aulas, escuelas, municipios y provincias.
¿Pero ese proceso se hace? Muchas madres holguineras aseguran que nunca les han preguntado nada sobre el particular.
Acerca del tema Mercy Ochoa Hijuelos, directora de la UEB Confecciones Yamarex, comentó que “hemos pedido varias veces hacer estudio por región y grados, para nosotros prestar servicio de medición y no se ha logrado; también se afrontan problemas con las tallas de los niños obesos, los que no se tienen en cuenta a la hora de solicitar los uniformes”.
Del proceso de confección y entrega especificó que las demandas de esas prendas las realiza Educación a Comercio Interior y es la Empresa Comercializadora y de Servicios Universal la encargada de hacer las demandas a los fabricantes, que entregan por tallas certificadas, según pedido. “En estos momentos solo falta para cumplir algunas prendas azules, cuyo tejido está ya en el país”.
De acuerdo con datos actualizados de la Dirección Comercial del Grupo Empresarial de Comercio, en territorio holguinero el abastecimiento está al 95,1 por ciento, pendientes se encuentran sayas y pantalones azules de la enseñanza secundaria, politécnica y preuniversitaria, afectadas por las entregas de la industria, al no contar con materia prima y el resto sí se encuentra en su totalidad en todos los municipios.
Entonces vale preguntar: ¿Dónde están las prendas -entiéndase, bermudas, sayas, camisas y blusas- que una considerable cantidad de estudiantes, principalmente de primaria del municipio de Holguín, no han podido adquirir en la red de mercados?
Es muy posible, por ejemplo, que en Moa estén las tallas que requiere Holguín para completar sus ventas o viceversa, o con otros municipios suceda algo similar, porque hasta mediados de mayo las comercializaciones totales alcanzaban el 65,4 por ciento, con 208 mil 321 prendas vendidas.
La enseñanza primaria estaba al 62,3 por ciento con 128 mil 753 piezas, Secundaria, al 75,8 (48 mil 332 prendas expendidas) y la “politécnica” al 45 por ciento, con 12 mil 215 unidades comercializadas y de la preuniversitaria, al 75, 1 (19 mil 21).
Entonces ante esta vieja problemática es hora que se decida por la adopción de medidas factibles, que lleven a materializar, como es debido, la solicitud, confección, distribución y venta de los uniformes acorde con las necesidades reales de los educandos en poblados, municipios y provincia, con lo cual se posibilitaría disminuir los embarazosos ajustes de prendas, se garantizarían las dos piezas adecuadas a cada alumno, previo al inicio del curso; así, además, disminuirían los gastos y esfuerzos en los cuales incurre la economía de la casa grande en el objetivo de materializar que todos los estudiantes asistan a las aulas con su atuendo completo.
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