Hasta 1958 la atención a la salud pública por parte del Estado era inexistente en el territorio de Moa. Se carecía de instalaciones, no había médico ni personal para médico, ni otro tipo de institución sanitaria. En la década de 1940 la compañía minera esporádicamente traía un médico de Baracoa para atender en Punta Gorda a los obreros que trabajaban en los túneles, pero no atendía a la población. Los vecinos del territorio, para recibir asistencia médica, tenían que viajar a pie o por vía marítima a Cayo Mambí o Baracoa.
En la década de 1950 la compañía minera de Cayo Guan contrató al doctor Rigoberto Nuñez Miranda para que residiera en el barrio de Punta Gorda y prestara servicios a los trabajadores de la entidad. El galeno realizaba en su propia vivienda consultas privadas a la población previo pago de sus servicios. Las mujeres tenían que parir en su propia casa, ayudadas por las llamadas recogedoras.
A fines de 1957 la compañía que construía la fábrica de níquel en Moa, abrió un dispensario médico en la base de apoyo para atender a los obreros enfermos o accidentados. Contaba con un médico y tres enfermeros, pero no atendían a la población. En caso de hospitalización, los pacientes eran enviados a Santiago de Cuba.
En la década de 1940 se abrió una farmacia en Punta Gorda y en 1955 se pusieron en servicio dos farmacias en el poblado de Moa, la existencia de medicamentos era muy limitada y los propietarios de los establecimientos eran los que recetaban a los enfermos. Esos eran los servicios de salud pública que se prestaban hasta 1959.
El 4 de agosto de 1959 inaugura el hospital industrial que la Moa Bay Mining Co. (MOBACO), construyera para prestar servicios a los trabajadores, y sus familiares, de la citada compañía. Ubicado en el hoy reparto Rolo Monterrey, la instalación contaba con dos salas y un total de 22 camas, además de dos habitaciones privadas, con dos camas cada una, y una con una cama. El personal médico estaba integrado por los doctores E. Castaño, director y cirujano; G. C. Roca, médico pediatra; R. Somodevilla, medicina general. Enrique Salmón era el técnico de laboratorio, Gerardo Rodríguez, el de rayos X, Eduardo del Pozo, anestesista; Jesús Elejalde, asistente del cirujano y los enfermeros eran Manuel Castañeda, María Reyes, Hilda Aristondo, Josefina Iglesias, Mercedes Gómez y María Matos. Esta era la primera instalación hospitalaria moense y pasó a prestar servicios al pueblo luego que los directivos de la MOBACO se retiraron del país el 9 de abril de 1960.
En 1980 en el acto por el 21 aniversario de la inauguración del hospital industrial construido para prestar servicios a los trabajadores de la Moa Bay Mining Co. se anuncia que, por sucesivas ampliaciones, esta instalación ya contaba con 100 camas, de 27 que tenía al inaugurarse. En esta fecha laboran en el hospital Comandante Pedro Sotto Alba, nombre que recibiera al ser nacionalizado en 1960, 21 médicos, 4 especialistas, 16 enfermeras generales, 61 auxiliares de enfermería y 35 técnicos.
A partir de la apertura del hospital Pedro Sotto Alba se comienzan a ampliar las prestaciones en este frente, se abren dispensarios médicos en Yamanigüey y La Veguita; en 1964 se inaugura la primera policlínica integral en el reparto Rolo Monterrey y el 10 de mayo de 1985 se inaugura otra policlínica “Juan Manuel Páez Inchaustegui ” en el barrio Las Coloradas. En julio de 1986 en el barrio Las Coloradas se abren los primeros cuatro consultorios del Médico de la Familia que prestaron servicios en Moa. Este sistema se incrementó hasta llegar a más de 100 consultorios, incluyendo la zona rural y de montaña.
En los años 80, como parte del plan de desarrollo socioeconómico del territorio, se inicia la construcción del hospital clínico-quirúrgico y ginecológico de 400 camas. El 11 de abril de 1991 el Ministerio de la Construcción hace entrega al MINSAP de todas las instalaciones proyectadas para el nuevo hospital. Con ello termina la fase constructiva del centro, aunque desde octubre de 1990 se prestaban servicios de consultas externas. Esto permitió que meses después se pusiera en servicios el hospital pediátrico en el local que ocupaba el hospital general Pedro Sotto Alba, cuyas prestaciones pasaron al nuevo local. El hospital de 400 camas lleva el nombre de “Doctor Guillermo Luis Fernández Hernández-Baquero”.
Si a fines de 1958 en Moa no existía ningún tipo de servicio público o estatal de salud, y ni siquiera se tenían en cuenta, ya que no se registraban las tasas de mortalidad infantil y materna, desde los primeros años de la década del 60 la mortalidad infantil se va reduciendo, una muestra de ello es que en 1980 era de 29 fallecidos por cada mil nacidos vivos; el índice fue de 27 en 1982 y de 24,5 en 1984. Pero ya en 1999 sólo fue de cuatro fallecidos.
Fuente: Camilo Velazco Petittón - Periodista.